El editorial
El regreso de la ‘piñata’
Julio 01 de 2005
El pueblo nicaragüense calificó como ‘piñata’ la descarada repartición de bienes públicos que realizaron los sandinistas cuando se vieron obligados a abandonar el poder en 1990. Hoy, de nuevo ha aparecido ese calificativo para denominar la alianza entre sandinistas y liberales que respaldan al corrupto ex presidente Arnoldo Alemán.
Esta coalición de sombría presencia se adueñó de las instituciones y controla la Asamblea Nacional, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo Supremo Electoral y la Contraloría General. Desde allí realizaron dudosas reformas constitucionales que recortaron los poderes del presidente Enrique Bolaños, hasta el punto en que debe someter a aprobación del Legislativo los nombres de los candidatos a ministros y embajadores. Una situación inadmisible que ha puesto al país en situación de ingobernabilidad. La situación es tan grave que se escuchan voces autorizadas clamando por un golpe de estado. Que se vayan todos y que lleguen los militares, ha pedido el ex ‘comandante Cero’, Edén Pastora.
Como es usual, la intervención de la OEA culminó en fracaso. El secretario general José Miguel Insulza, ni siquiera consiguió que las dos partes, Gobierno y ‘piñata’, se sentaran a dialogar. Y la razón es sencilla: lo que se requiere del organismo no es un papel de mediación, sino un respaldo pleno y sin ambages al gobierno de Enrique Bolaños, quien tuvo el valor civil de denunciar los escandalosos episodios de corrupción de su ex copartidario Arnoldo Alemán, acusado de robar más de cien millones de dólares.
El pueblo nicaragüense se ha quedado solo. Y de él dependerá la solución del problema. La verdad es que ni el presidente Bolaños, ni el ex alcalde de Managua Herty Lewites, ni otros dirigentes, ni amplios sectores de la población se han dado por vencidos. Al contrario, han comenzado un intenso movimiento de rebelión contra la tenaza liberal-sandinista, y de promoción de nuevas opciones políticas, que culminó, hace poco, en un multitudinario desfile en Managua en oposición a la ‘piñata’, a la exclusión y contra la corrupción.
Encuestas recientes muestran que el 68% de los nicaragüenses no quiere que el presidente Bolaños renuncie, como lo pretenden Alemán y Daniel Ortega. Esa inmensa mayoría no olvida los abusos y la sangría que ocasionó el sandinismo cuando estuvo en el poder: miles de muertos, abusos contra las minorías étnicas, deforestación, robos masivos de propiedades y desplome económico del país. Tampoco, desde luego, la escandalosa corrupción del ex presidente Alemán.
Todo depende del pueblo de Nicaragua. Si mantiene la organización, movilización y conciencia actuales, es probable que de las próximas elecciones surja una nueva composición del panorama político nicaragüense, para poner fin al perverso control de sandinistas y liberales. La OEA debiera apostarle a esa opción, en vez de insistir en mediaciones que nada resuelven, y que tan solo sirven para poner en pie de igualdad a corruptos con demócratas.
Nicaragua merece y necesita liberarse de la ‘piñata’.